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"LAS CHIMOLERAS Y LOS AGACHADOS"

  • Corresponsal de "Al Dia"
  • 24 ago 2024
  • 3 Min. de lectura

Durante el siglo XVIII allá por 1856 y parte del XX aparecieron las primeras chaluperas, fritangueras, chimiscoleras o chimoleras. Mujeres que preparaban chilmoles (Del náhuatl chilli, chile, y molli o mulli, guiso, mezcla o salsa. Guiso de carne de ave, cuya salsa oscura incluye ingredientes quemados para dar sabor y color al guiso), o enchiladas, en los puestos callejeros sobre todo, afuera de las pulquerías e iglesias, estas mujeres preparaban una salsa bien picante (como el chisme) para bañar una tortilla previamente frita en manteca.


La chimolera, era una mujer bien enterada de la vida de los demás, como cualquier personaje que ejerza su oficio en calle, soltaba el chimole a la par que el chisme local. Además, algunas chimoleras eran consideradas brujas o hechiceras, pues se creía que usaban sus guisos para hacer maleficios o encantamientos.


En el México prehispánico, a la joven que era indiscreta, se le ponía de penitencia barrer por la mañana el patio de la casa, para que quedara exhibida la indiscreción que había cometido, nos dice Fray Bernardino de Sahagún. La misma Diosa Coatlicue recibió esa penitencia, barrer el cerro del Coatepec (y no precisamente por chismosa).


¿No conocen la historia de la Diosa Coatlicue?... Bueno, les chismeo tantito: “Según el mito prehispánico, Coatlicue es madre de 400 hijos que posteriormente serían las estrellas y también dio a luz a Coyolxauhqui. Un día, la diosa estaba limpiando el Coatepec (o cerro de la serpiente) cuando una pluma la fecundó milagrosamente y el dios Huitzilopochtli comenzó a crecer en su vientre.


En el momento en que Coyolxauhqui y sus hermanos se enteraron que su madre estaba de nueva cuenta embarazada, se organizaron con el objetivo de asesinarla. Lo que no se esperaban, es que el hijo menor fuese un guerrero. En cuanto salió del vientre de Coatlicue, Huitzilopochtli la defendió, asesinando a sus hermanos y descuartizando a su hermana, quienes terminaron convirtiéndose en los astros nocturnos: la luna y las estrellas”.


Regresando al tema que hoy nos ocupa, investigamos que las chimoleras colocaban sus ollas de barro en el suelo, algunas todavía en él fogón y atendían a su vez a “los agachados”, comensales que a falta de sillas y mesas, comían en cuclillas. Estos clientes disfrutaban en plena calle de tortillitas hechas a mano enriquecidas con distintos estilos de mole, habas, frijolitos, chicharrón, caldo de gallina, mollejas, arroz, gorditas, pancita, enchiladas y demás guisos que con pocos “centavos” podían consumir, en ollas de barro tiznadas a fuego vivo.


Documentos de la época, refieren qué en 1919, con dos kilos de masa (12 centavos) se podían elaborar 56 tortillas, para sopas, gorditas, tacos o enchiladas, la tortilla era tan primordial que en “los agachados” sustituía a todo cubierto, en las manos adecuadas podía ser cuchara, tenedor y hasta cuchillo. Por 13 centavos se podía comer chicharrón, carnitas, tortillas y pulque, afuera de los mercados una comida de carne con chile y frijoles valía 15 centavos.


Hoy en día la chimiscolera o chimolera ha cambiado su sentido, cuando escuchamos estas palabras sabemos que es sinónimo de chismosa, argüendera, nada que ver con las mujeres que venden comida en vía pública. Igual que el concepto “agachados” actualmente podemos relacionarlo –por ejemplo -- con quienes pierden la dignidad ante sus superiores, y no con trabajadores, obreros, albañiles etcétera que buscaban un lugar donde se comiera sabroso y barato.

Por Heidy Wagner.

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